Según estudios recientes, al menos el 9,3% de las viviendas del país no son
atractivas para los despliegues de red de fibra óptica de las empresas de
telecomunicaciones tradicionales.
Este porcentaje hoy no posee y será muy difícil que en un futuro cercano pueda
tener una conexión a Internet, ya que la inversión requerida para ese grupo es
muy difícil de financiar, constituyendo la real brecha digital, la más difícil de
erradicar.
Para erradicar la brecha digital no basta sólo con resolver la barrera económica
para adquirir un dispositivo con capacidad de conexión a Internet, sino que se
requiere inversión en redes de acceso donde el alto costo de las soluciones
tradicionales atenta contra la inmediatez de la necesidad.
Por un tema comercial, las inversiones en tecnología y conectividad se concentran
en polos urbanos donde existe mayor densidad de población, por lo que al
momento de evaluar los proyectos se postergan las necesidades de zonas rurales
por su baja densidad de población, una historia permanente y más evidente desde
el nacimiento de las redes móviles y dispositivos smart.
Una tecnología que permite disminuir la brecha digital es el satélite y en particular
aquellos servicios que utilizan la banda Ka, una banda que existe comercialmente
hace más de 13 años, ampliamente desplegada en Estados Unidos y Europa, pero
que producto de la ausencia de políticas públicas para potenciar y favorecer
empresas innovadoras locales, sumado a la falta de experiencia técnica para
evaluar proyectos de este tipo de proyectos y generar acuerdos con operadores
privados para su masificación, dificultan su despliegue, perdiendo la mejor
oportunidad para resolver en forma inmediata la llamada brecha digital.
Mientras exista brecha digital, seguirá también aumentando la brecha educacional,
el aislamiento y acentuando las diferencias y desigualdades sociales. Desde el
punto de vista del costo, Chile gasta en torno a $700.000 por mes para mantener
encarcelado a un reo, con solo un mes se paga el costo del equipo y la instalación
de una de estas soluciones y con dos meses, se puede solventar el servicio de un
año, en el caso de las escuelas rurales, nos deberíamos preguntar ¿cuánto puede
costar y demorar llegar con fibra óptica a una escuela en la precordillera?
¿Podemos esperar para llevar la conectividad al sistema de educación de un
niño? Y así extrapolar a las microempresas, pymes y hogares del mundo rural.